
Se trataba esta vez de una fiesta sorpresa privada organizada por padres de niños con leucemia para la pequeña Martina, una encantadora princesa de 6 años, cuyo sueño era conocer a un mago.
En este caso, el afortunado he sido yo, no ella, porque siempre es una suerte repartir ilusión y hacer sueños realidad.
Y agradecido de corazón a la FUNDACIÓN ABRACADABRA por confiar en mi para ello
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